miércoles, diciembre 23, 2009

Saludo navideño

Buenas, soy Papá Noel. Como soy amigo de Hugo desde que era chiquitito (él, no yo, se entiende, no?), el me pidió que les regalara a todos ustedes todo lo que se merecen y más. Me encantaría poder cumplirles el deseo, pero bueno, no se le puede regalar la guita (aunque no la cara) de Ricky Fort a todos, no? Creo que con darles un abrazo enorme y salir como garante de Huguito de que su amistad nunca les va a faltar basta. Por ahora alcanza, no?
Amigotes, pasen la Navidad lo mejor que puedan, yo voy a provechando los minutitos que me quedan antes de laburar como un enano (Bueh, tampoco para tanto, no sabés cómo laburan los enanitos que tengo en negro en el taller!) para llevar alegría a todas las casas.
Bueh, si me demoro un toque no se van a andar preocupando, no?

Feliz navidad para todos!

sábado, diciembre 12, 2009

Fanboys


Por esas cosas que suele tener mi vida, hace meses tenía esta película para ver y, obligaciones al márgen, nunca me pude sentar a disfrutarla. Hoy a la noche, un sábado a la noche para más datos, supe que era la hora de ver "Fanboys".
No voy a opinar sobre si es buena o mala, si las actuaciones me parecieron creíbles, ni siquiera me voy a poner a contar demasiado de la trama, pero me quiero detener en un par de cosas, a saber:
1) Los fanáticos suelen (solemos) ser gente rara. El otro día estaba hablando con un amigo y de una pregunta boluda ("de dónde es X personaje?"), luego de una respuesta harto minuciosa, surgió su inquietud: "Cómo mierda hacés para acordarte todos esos datos?". Yo me pregunto lo mismo. O sea, para que me entren en el marulo 3 putos artículos del Código Civil tengo que estar sentado 5 horas, pero si te tengo que aprender los cambios de alineación en los X-Men en los últimos 10 años, son 5 minutos. OK, lo primero se supone más impotante que lo segundo pero, por qué se dá así? Es que mi mente no está preparada para el derecho? Estoy yendo contra mi propia naturaleza? La verdad, ahora me importa poco. Ya soy abogado, gracias, ahora déjenme ser un poco más Huguito.
2) Sábado a la noche, solo, y el flaco se queda en la casa viendo una película de nerds. Enfermito, el pibe.
3) Adoro esto. Adoro volver a tener tiempo para hacer este tipo de pelotudeces. Quedarme hasta las 2 de la matina viendo una película que, por lo menos en casa, me interesa solamente a mi. Es verdad, hubiera preferido verla con amigos, son de esas pelis que uno necesita compartir los chistes que pocos conocemos, pero la disfruté mucho viéndola solo. No sufro la soledad, es más, de vez en cuando es agradable estar solo. En esta etapa de recuperación de mi vida, una noche solo para mí me vino bárbara. Perdón a pareja, familiares y amigos, pero es así. A veces uno la pasa mejor solo.
4) Tengo casi 29 años y sigo leyendo comics. Y a Dios gracias que no pierdo el gusto por las historias fantásticas. El día que el abogado le gane al Bogado, creo que estoy frito. Prefiero seguir disfrutando de mi ridículo, mal que les pese. Es más, ahora que el estudiante se fue a dormir por tiempo indefinido, espero que el escritor de historias retome el control de este Mazinger.
5) Me encantaría recomendar esta película, pero no es para cualquiera. No es cine iraní, pero la mayoría de los chistes hace referencia a cosas que sólo los nerds como uno pueden llegar a entender, lo que hace que la gran mayoría de la gente se pierda de una buena historia. Para mis amigos fanáticos, creo que es de visión obligatoria. Todos tenemos una Estrella de la Muerte que vencer, gente...

jueves, septiembre 17, 2009

Aborígenes realizan homenaje a Patrick Swayze por error

Me encontraba pase...esteeee, procurando diligentemente por Tribunales cuando siento en mis oídos esa maravillosa música, que no era la del General, sino una más melosa. Los aborígenes que suelen estar siempre en Plaza Lavalle con un sikus y una quena le daban forma en el aire a "Melodía desencadenada", mientras otros dos utilizando las vestimentas típicas de su tribu le daban al pedalcito y moldeaban un florero, en clara referencia a la escena cumple de "Ghost", la joya fílmica que inmortalizara a Patrick Swayze.
Me los quedé mirando y al finalizar la melodía (emotiva, por cierto), mientras unos se encargaban de vender CDs y el florero recién hechito, me acerqué al que parecía el más experimentado, luciendo una especie de cabellera hecha con plumas de aves características de la zona de su tribu (quise suponer).
_La verdad que los felicito, la interpretación me llegó al corazón
_ Muchas gracias, si quiere que llegue a su casa el CD está $25, viene con un compilado de temitas de "esos" (Y me hace un guiño con su ojo izquierdo) como "Love of My Life", "Mai Jart Will gou on" (sic) y "Laura se te ve la tanga", que en quena queda pipí cucú. El CD no viene saliendo mucho, pero con esto del Patrick esperamos levantar...
_Ah, pero no era un homenaje póstumo para el actor
_Seee, papá, por supuesto. Tenemos todo preparadito porque el jefe de la tribu autorizó que lo hagamos porque fue su gran admirador.
_No me diga? Le gustó el recio de "El duro"?
_No, el lo sigue a muerte desde "Danza con Lobos", donde se las hizo caber a los gringos
_Perooooo, Danza con Lobos es de Kevin Costner (que no estará muerto, pero casi casi), la de Patrick Swayze era Dirty Dancing.
_ No te lo puedo creer! _Dijo, indignado, uno que estaba detrás suyo mientras impactaba el sikus contra el pavimento, el que increíblemente seguía tocando a pesar de encontrarse a metros de su ejecutor.
_ Con esto me mataste, papá! Teníamos preparada una coreo para recrear cuando lo atrapaban al flaco ese en la peli...Tanto ensayo al pedo!
_Vos? Y yo que estuve haciendo jarroncitos mientras el Jonathan me apoyaba? Decí que vendimos un par a unos daneses, si no...
La consternación se hizo un hueco entre los aborígenes. Me disponía a irme cuando quise sacarme una duda
_Disculpame, yo los veo siempre, de qué tribu son?
_Jonathan es emo, Jean Carlos es flogger y yo soy medio otaku, por parte de mi vieja.
Acababan de perder una venta segura. Pobre Patrick.

martes, septiembre 08, 2009

Cortito: La duda

Otra vez, como cada mañana, se detuvo y la miró. La observó como siempre, como si pudiera descubrirle algo nuevo que antes hubiera pasado por alto, pero se rindió ante las evidencias. Estaba igual que siempre. Tan cerca y tan lejos...
Era conciente de que se le habían regalado con moñito y todo, que el hecho de hacerla suya sólo dependía de su propia voluntad, pero algo hacía que interpusiera entre ella y él una barrera que, día a día, se torna más infranqueable.
Y esa impenetrable muralla era su creencia, su convencimiento ciego de una verdad que se le antojaba inapelable: No era para él. Por más que varios amigos y conocidos le decían que estaban hechos el uno para el otro, el no se creía capaz. La volvía a mirar otra vez, como si en esta nueva mirada hubiera un cambio radical que lo inclinara a tocar el interruptor que tire abajo las barreras y no posponga más el encuentro, pero a centímetros quedaba petrificado de nuevo.
Y había otra verdad, que era quizá lo que más lo asustaba: Sabía a ciencia cierta que cuando la tuviese en sus manos, cuando se enredara en su cuello no iba a haber vuelta atrás. Sería, para bien o para mal, un antes y un después. Eso, quizá, era lo que reforzaba la muralla, lo que lo paralizaba, aunque suene exagerado, de miedo.
"Hoy no va a ser", se dijo para sí, mientras cerraba la puerta. "Con la camisa verde no pega ni a patadas en el culo" se dijo mientras abandonaba, otra vez, a la corbata rosa, sin usar, dentro de su celofán, en la oscuridad de su placard.

jueves, julio 23, 2009

Abrir el baúl

Esto de recibirse, de terminar una etapa, lo hizo, paradójicamente, volver a sus inicios. Volvió a la casa de sus padres, a su pieza de soltero, a sus recuerdos empolvados. La excusa era el bendito analítico de la secundaria, uno de los últimos vestigios del alumno ejemplar. Mientras, su esposa se adentraba en el mundo del Facebook buscando gente, el revolvía recuerdos, desempolvaba fotos, desandaba el camino recorrido.

Sobre un estante, acumulando polvo, estaba tirada, como olvidada casi, la libreta del CBC. Lo más alto era un Ciencias Políticas con 9. Lo más bajo, ranqueando con otras de igual magnitud, Derecho con 4. Esbozó una sonrisa y se preguntó por qué no le hizo caso a las señales a tiempo. Siguió buscando y aparecieron las fotos, las benditas fotos, la gente a la que hace demasiado tiempo siquiera cruza.

Apareció el compañero de banco casi eterno de toda la primaria, aquel con quien se cruzó en la facultad un año y al que le volvió a perder el rastro, culpa en parte del desorden con que lleva su vida, culpa de la manía por no anotar los teléfonos a tiempo. Con él aparecieron los demás, aferrándose al que abrió la puerta, en una catarata de recuerdos abrumadores.Las pistas dibujadas en el patio, los torneos de futbol debajo de un tinglado abrasador, el salón de actos que lo vio hacer tantas payasadas, la primera vez que le cruzaron la banda y le pusieron la el mástil y la bandera en las manos...Ah, el analítico no aparecía.

Sentía los gritos desde el comedor de su señora que le recriminaba, como otras tantas veces, por no guardar las cosas de valor como corresponde. "Con esta gente me pasó lo mismo" se dijo para sí, mientras le sacaba las telarañas a un robot para armar, fiel reflejo de la paciencia que tuviera otrora y que hoy casi que ni le queda. Buscó en otro estante y aparecieron otras imágenes conocidas de unas mañanas de frío esperando el bondi a las 7:15 en la parada de casa, para viajar con quien ahora duerme, para ir a la secundaria. El cuadro del Cerro Catedral lo miraba expectante desde la otra punta de la pieza y sentía que ese otro yo con 10 años menos lo miraba casi con despecho, aún debajo de los lentes de sol.

Empezó a desfilar por las caras, caras tan familiares entonces y ahora, de algunas, estaba convencido que no podría reconocer. Estaban los que todavía siguen estando y estaban otros a los que incluso desde esa época no veía, algunos por peleas que incluso no recordaba ni el origen y que ahora, con el tiempo, se le antojaban boludas, otro adjetivo no le cuadraba. Y también aparecieron ellos, disfrazados de limonero, de micrófono para actos, de equipo de handball, los partidos de truco o de ajedrez en los recreos, los recuerdos se emperraban en removerme la cabeza como una mezcladora industrial. "El Instituto Lomas, Mi secundaria...Mi analítico!" Ahí estaba, con una capa de mugre simil a la de una ruina abandonada. Lo abrió y las materias fueron formando caras, momentos, frases que estaban aletargadas en la memoria y que se desperezaban apelando a la sonrisa.

Volví al comedor y mientras su mujer se encargaba de asegurarme que ahora sí eso no se iba a perder porque ella lo iba a cuidar (Si hay alguien en quien confía lo más valioso es en ella, incluído su corazón cursi), el se conectaba al Facebook y por casualidad descubría que uno de aquellos antiguos amigos, ahora en las lejanas tierras del Norte, había cumplido años. Lo saludó con un escueto mensaje que no le hacía honor al abrazo que le hubiera querido dar. Luego, apagó la máquina y se fue de su casa de soltero, de estudiante, de adolescente. Se llevaba consigo ese viejo robot para armar, para devolverlo a sus tiempos de gloria.

Y hoy, mientras se apiñaba en el Roca se acordaba de la primaria, de la secundaria, de todos los que alguna vez ayudaron a que sea lo que hoy es, aunque muchos ni siquiera lo puedan recordar. Buscó un nombre, el de su amigo de la primaria y ese simple nombre le abrió un abanico de nombres viejos pero de caras nuevas. Era hora de sacarle el polvo a los recuerdos. Era hora de tratar de rearmar ese album de fotos con los amigos de la vida.

miércoles, enero 28, 2009

Escapar

Lo primero que les tengo que decir es una cosa: Cuesta. El aparato cuadrado del centro del living o que incluso nos persigue hasta una que otra cocina dificulta bastante el procedimiento, por lo que les ruego que lo apaguen. No se va a morir ni ella ni ustedes, se los aseguro. Incluso apaguen esto en donde están leyendo estas líneas, eso sí, una vez terminadas.

Lo que sigue es relativamente fácil: Recostarse en el lugar más cómodo que tengan de la casa, la cama es ideal pero a veces complica un poco las cosas. Un sillón es ideal. Ahora cierren los ojos y usen eso que tenían de chicos y que se atrofia con el tiempo si no se la usa regularmente: Imaginen.

Imaginen ese lugar, ese momento donde se sintieron realmente felices. Sé que no son muchos, uno se acuerda más de los otros que de estos, pero busquen y lo van a encontrar. Ahora quédense ahí, en ese momento, en ese instante cuasi mágico. Si se esfuerzan lo suficiente no sólo van a poder ver, incluso podrán oler u oir. Reténganlo y déjenlo a mano.

En "La historia de Lisey" Stephen King, en boca del protagonista de la novela, llama a este lugar "Boo'ya Moon", un lugar a donde recurrir cuando el mundo te satura y donde se pueden curar algunas heridas. Busquen el suyo y no se olviden la dirección, porque volver de vez en cuando al momento más feliz de tu vida cura uno que otro mal. Y sin ninguna droga de por medio.